Informe de actuaciones:

En Madrid, a 28 diciembre 2006

Las de Caín


¿Deseo? ¿Pálpito? ¿Certeza? ¿Presunción? ¿A qué se refiere exactamente este anuncio?

Entre usted en el año pasando las de Caín, la misma suerte que le deparará el 1949.

Y busque, busque usted otra suerte en el Año Nuevo. A ver si la encuentra. Y luego vuelve y nos lo cuenta. Inocente.

Ya, tal día como hoy, pero de 1948.

En Madrid, a 27 diciembre 2006

Nostalgia navideña


Uno de los establecimientos parisienses dedicados a la venta de pavos en las fiestas de Navidad. La abundancia de los sabrosos animales recuerda los viejos tiempos.

Ya, 28 de diciembre de 1949, muy muy pequeñito, un relleno apenas (y nunca mejor dicho), que traiciona inconscientemente al redactor.

En Madrid, a 23 diciembre 2006

Se armó el Belén


Reyes, esclavos, lavanderas, pastores, corderos, patos, putas, funcionarios... Original surtido de figuritas. Todo en plástico. Irrompible. Eterno. La de Dios es Cristo.

Ya, 1955

En Madrid, a 22 diciembre 2006

La vida es bella, soy feliz


¿Qué? ¿Les ha tocado la lotería? ¿No? Vaya, qué mala suerte. Bueno, mírenlo por el lado bueno: les queda la salud, en cualquier caso. Venga, va, no pongan esas caras de vinagre, que de verdad que lo decimos en serio. Y para que se consuelen les traemos hoy a colación uno de nuestros ilustrativos cuentos morales, que tiene en esta ocasión aires italianos de neorrealismo rosa y que viene a demostrar que el que le toque a uno el gordo no siempre es motivo de dicha. Algo que ya se ha dicho muchas veces, por cierto, pero que nunca está de más ilustrar de nuevo con un caso concreto.

Nuestro protagonista es esta vez un joven músico milanés que estaba pasando, allá por 1942, una temporadita a la sombra acusado de complicidad con su novia en el intento de robo de un abrigo de pieles. Que ya es mala pata, pues ni lograron consumar la hazaña ni creemos que el abrigo fuese para él. Más bien parece un caso de veleidad femenina lo que dio con nuestro amigo entre rejas. Pero como no hay mal que cien años dure y siempre que llueve escampa (otras dos grandes sandeces de nuestro refranero popular), ya una vez en prisión, el incauto músico se enteró de que le había tocado un premio gordo en la lotería. A partir de ese momento los dedos se le hicieron huéspedes y los días fantasías con la golosa fortuna que aguardaba en el banco la fecha de su puesta en libertad. Y, con paciencia infinita en la espera, ese día por fin llegó.

Así que ahí tienen al bueno de Nicolasei, pues tal era el apellido de nuestro héroe, camino del banco montado en su bicicleta. Probablemente cantando, habida cuenta de su condición. Probablemente soltando las manos del manillar, e incluso haciendo serpenteantes equilibrios de tal guisa sobre la destartalada carretera, de pura felicidad. Probablemente con toda la escena en blanco y negro, a tenor del año en que se desarrollaron los hechos. Y ahí tienen el muro contra el que Nicolasei se rompió la base del cráneo y en el que, inesperadamente, le llegó su día.

Por otra parte, piensen con qué ilusión vivió este hombre los últimos días de su vida, y eso que estaba en la cárcel. ¿Es eso mala suerte? Ahora ya no lo tenemos tan claro, la verdad.

Informaciones, 12 de septiembre de 1942.


Pdta.: Hoy también es un día idóneo, si tienen el tiempo y la gana y nos leen desde hace poco, para repasar aquella historia del mendigo que estafó participaciones del gordo en Logroño y que inspiró a Rafael Azcona uno de sus primeros relatos.

En Madrid, a 21 diciembre 2006

Regiones Devastadas se felicita a sí mismo las Pascuas con un villancico


AQUÍ TIENEN BUEN TURRÓN

(Intro)

(Estrofa 1)
Cuando llegan los días señaladitos
Se me alteran los nervios y el apetito.

Yo compro una del duro y otra del blando
Y con eso los sobrinos ya van chutando.

No pongan en mis manos sus ilusiones
Que estoy de la familia hasta los cojones.

A mí las navidades me dan por culo,
¡Qué a gusto las pasaba “metio” en un zulo!

(Estribillo)
Regiones Devastadas se felicita
Y pide al año nuevo nuevas visitas.
Regiones Devastadas se congratula
Y pide al nuevo año una de angulas.

(Estrofa 2)
Yo no quiero juguetes ni lotería,
Quiero que pase pronto esta tontería.

Pena de “extraordinaria”, que era tan rica
Y que en Tranxilium gasto por las boticas.

Y para negro colmo de desengaños
A último de diciembre yo cumplo años.

Mas nadie me consuele, que en mi amargura
Sabré hacer aquí propia caricatura.

(Estribillo)
Regiones Devastadas se felicita
Y pide al año nuevo nuevas visitas.
Regiones Devastadas se congratula
Y pide al nuevo año una de angulas.

(Repetir estribillo y fin, todo cantado con voz de jotera progre)

En Madrid, a 15 diciembre 2006

El anuncio de Freixenet


No podía faltar. Es el pistoletazo de todas las navidades. Lo único inmutable. De hecho, sería menos estresante que alguien apuntase sobre tu sien con una Luger. A partir de ahora sólo cabe la esperanza de que la bala tenga una trayectoria de entrada y de salida lo más limpia posible, y que no afecte directamente a órganos vitales (corazón e hígado son los que más peligran en estas fechas). O, por lo menos, que duela poco. Que pase rápido. Y que, si hay que morir, tenga el destino en gracia no concedernos conocer el año nuevo (ya que vinimos al mundo, yo y todos estos demonios que me acompañan, un 31 de diciembre, nos parece cósmicamente lo más justo). Porque a la era actual de la desintegración del átomo y de la bomba H, seguirá la era de las conquistas interplanetarias, y después el fin del mundo (que coincidirá con algunas navidades futuras). Y puesto que nos va a tocar presenciarlo en directo, qué menos que disfrutarlo con salud y poder brindar por ello, entre lanzaderas de salvamento hacia ilusorios acomodos estelares, con la calidad imperturbable de Freixenet, el más fino y de mejor paladar de los espumosos españoles.

La Vanguardia, tal día como hoy de 1950.

En Madrid, a 13 diciembre 2006

Peinado ondulado


Este fenomenal invento que les traemos hoy, en su ingenua simplicidad, viene a anticipar sin saberlo la poética visual de Joan Brossa, con sus célebres poemas-objeto. Nosotros pensamos que incluso la lleva un paso más allá, al despojarla de la plusvalía literaria que el artista otorga a su obra. Este señor, un creador en toda regla, se limita, con genuina humildad, a solicitar corredores y representantes para su feliz patente.

La Vanguardia, 18 de enero de 1947.

En Madrid, a 08 diciembre 2006

Sepulcros blanqueados en paraísos fiscales


Es un hecho: Madrid está en ruinas (y no me refiero sólo a un plano espiritual). El fenómeno es curioso, muy curioso. No obstante, es un tema tan manido que nos da hasta un nosequé abordarlo y tocarlo como lo vamos a tocar. Pero si es que ya lo decía hasta Miguel Mihura, abriendo el primer capítulo de sus tronchantes memorias:

“Cuando yo estaba a punto de nacer, Madrid no estaba inventado todavía, y hubo que inventarlo precipitadamente para que naciese yo y para que naciese otro señor bajito, cuyo nombre no recuerdo en este momento, y que también quería ser madrileño.

La ocurrencia de inventarlo fue de un pastor, llamado Cecilio, que una tarde, cuando paseaba por el campo llevando en brazos a sus ovejas y meciéndolas maternalmente, como entonces hacían los pastores, vio un gran terreno, todo lleno de hoyos, de agujeros, de escombros y de montoncitos de arena.

—Aquí se podría hacer Madrid, para que naciese el señor Mihura y ese otro señor bajito, que nunca me acuerdo cómo se llama, y que también quiere nacer en Madrid —pensó Cecilio.

Y llamó a gritos a otro grupo de pastores, amigos suyos, a los cuales les comunicó su idea, que a todos les pareció maravillosa.

—Efectivamente —dijeron—, Madrid no está inventado todavía y sería un buen negocio inventarlo, porque a la gente lo que le gusta es vivir en Madrid y dejarse de estar en provincias, paseando como una tonta por la calle Nueva o por el Malecón, y venga a bostezar.

—¿Pero no costará demasiado caro? —expuso una oveja, inocente, blanca, llena de ricitos, y con su femenino sentido del ahorro.

—Nada de eso —afirmó Cecilio—. Lo difícil de Madrid es hacerle los agujeros, los hoyos, las cuestas y los montoncitos de arena. Pero como este terreno ya los tiene, lo demás no será complicado.”


Nada más cierto, Madrid no es más que un montón de zanjas y cascotes bautizados con ese nombre. “El escombro es útil”, reza la última campaña institucional, no sin cierta razón perversa. Por eso acudimos de nuevo a la impagable columna de Chispero, un señor opinador donde los haya, un señor de los que reciben, siempre enojados, de doce a dos y de cinco a siete en el despacho de su domicilio particular, para pedirle que nos hable de esas casas encinturadas que arrojan buenamente al arroyo al viandante, y de las tupidas cercas que ocultan los escaparates de ciertos comercios pudibundamente, y de los destripamientos del Metro, y de esas calles que parecen sembradas de tumbas recién abiertas que acabasen de recibir en sus profundos senos los restos mortales de infinidad de ciudadanos abatidos por la peste o el asedio. El asedio de Madrid, que aún continúa, debe de ser...

Que sí; que si la Compañía, que si la Inmobiliaria o que si el Ayuntamiento. Que es que uno por otro no dan abasto. Pero el caso es que no tienen ustedes más que darse un paseo por el centro, entre el repeluzno y la espeluznancia, que diría el chispeante Chispero, para comprobar esta obvia verdad, ya consustancial a la peculiar idiosincrasia de esta ciudad.

Pero este aserto, ya sea dicho en 1941 o en 2006, no tendría ninguna gracia en particular —y conste además que no nos pitorrearíamos tanto de la columna de opinión de un santo varón ya difunto (primero, por respeto a los sepulcros, aunque estén en mitad de la acera; y segundo, porque lo de que “los discursos hay que contextualizarlos en su correspondiente marco histórico” es una justificación que hemos oído ya tantas veces que nos la sabemos de memoria, aunque cada vez estemos más en desacuerdo con ella)—, si no fuera porque, recordemos una vez más, Chispero no es ni más ni menos que el ilustre abuelo de nuestro célebre y celebrado munícipe, don Alberto Ruiz-Gallardón. Y hete aquí la paradoja del artículo en cuestión.

Por cierto, que la recién terminada plaza de Tirso de Molina, aquí debajo de nuestro cuartel general, ya está medio rota: varias bajas entre los bancos de (feísimo) diseño, fijados al suelo con un par de tornillos del siete (no, no los ha arrancado ningún vándalo, se sentó un vejete y catapún), y un desmigado general de la gravilla rojigualda que recubre los alcorques de los pocos árboles que han dejado en pie (ahora veremos lo que duran las fuentecillas de colores). Se ve que los que hicieron (y los que aprobaron) el diseño de la plaza sobre plano no pensaron en cuestiones, al parecer, tan accesorias como su durabilidad, ni en el uso necesariamente rudo y constante que la ciudadanía hace de un espacio público como éste. Es probable, incluso, que en su vida no hayan tenido el gusto o la necesidad de frecuentar mucho los espacios públicos y que hasta les den un pelín de repelús. Pero claro, por otra parte, todo esto implica los consiguientes gastos de reparación dentro de cinco años*. Con su correspondiente nueva “mordida” al presupuesto, por supuesto. Ya saben, el escombro es útil... para unos más que para otros.

En fin, hagan caso del anuncio, vendan sus brillantes... y exíliense con lo que saquen. Si les llega, recomendamos la Polinesia. Un chiringuito de paellas, allí, tiene que rentar. De fijo.

Chispero, por cierto, publicaba su columna en el diario Informaciones. Ésta, en concreto, es del 22 de octubre del 41.


Pdta.: Y si no hay brillantes, cómprense por lo menos unos guantes, que llega el frío por fin. Déjense aconsejar por nuestra estación de radio.


*Cinco años es el tiempo mínimo que determina la ley antes de poder levantar de nuevo una plaza o similar. Justito, justito lo que han tardado en volver a meter caña a la plaza de Agustín Lara, aquí un poco más abajo, en Lavapiés. Cuando inauguraron su anterior reforma, no sé si lo recuerdan, el entonces alcalde Álvarez del Manzano tuvo que huir precipitadamente por la entrada del parking ante la monumental cacerolada de los vecinos.

En Madrid, a 02 diciembre 2006

Y es que...


...a lo tonto me lo bailo ya nos hemos puesto en diciembre. ¿Y qué? ¡Medirán ustedes! Pues que cambiamos el luto por el lujo. Y por el derroche y el tócame roche, que es lo que toca. Y que el muerto al hoyo y que el vivo al bollo, que viene el mes del producto en garantía. Que ya vendrá luego el tío Paco con la rebaja. Que ahora llegan extraordinarias pagas y plusvalías. Que es el momento de darnos un capricho. Y que al boquirrubio del dibujo, sí, el que camina de la mano de la morenita de nariz chata y ojitos dormilones, se le van los ojos (y el dedo también)... ¿detrás de qué? No de una rubia rizosa que pasaba por allí, por cierto, sino del flamante transistor que nos hemos comprado y que estrenamos hoy, ahí hacia donde señala el petimetre. De momento lo estamos probando, a ver cómo funciona. Pero al pisaverdes parece que le ha llamado mucho la atención. ¡A ver si va a ser todo una maniobra para despistarle a la morena! En fin, así se espabila...

Fin de la discusión.




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