Informe de actuaciones:

En Madrid, a 27 junio 2006

Rótulos publicitarios


Talados ya los perniciosos árboles que no dejaban ver bien la magna obra de nuestro munícipe, Gallardón la emprende esta vez contra los luminosos de neón, y nosotros no podemos dejar de acordarnos de aquella otra ordenanza municipal que, una vez asentadas las huestes franquistas en Madrid, se dispuso contra los rótulos publicitarios extranjerizados. Y miren, casualmente aquí tenemos de nuevo a Chispero, ilustre abuelo de nuestro actual alcalde, celebrando la disposición del entonces regidor, el no menos egregio Don Alberto Alcocer y Ribacoba, contra los vocablos foráneos. Una pésima manía, y cito textualmente, que amenazaba con trocar a Madrid en una metrópoli cosmopolita. Y ¡Qué caray! Tal y como está el mundo, y tal y como ese mundo, en su inmensa mayoría, se ha portado con nosotros, no vale la pena de sentirse más que español. Que sí, que vale, que incluso conviene conocer muchos idiomas, todos los idiomas posibles, pero que de hablarlos ni hablar. Que en la vida pública, en el ámbito nacional, lo que procede es el castellano, que con él se puede decir todo lo que se quiera, y que si algo no tiene equivalencia en nuestra lengua ello será porque seguramente no vale la pena de conocerlo ni de traducirlo.

A nosotros, que de política no tenemos ni repajolera idea y que no encontramos la grandeza arquitectónica de la Gran Vía por ninguna parte salvo por las luces, nos parece que el espíritu último que mueve ambas disposiciones, la del 39 de eliminar los extranjerismos, y la del 06 de eliminar los neones, es en esencia el mismo. Que apaguemos la luz. Y que así nos luce el pelo.

Del Informaciones, por cierto.

Fin de la discusión.




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