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En Madrid, a 22 diciembre 2006

La vida es bella, soy feliz


¿Qué? ¿Les ha tocado la lotería? ¿No? Vaya, qué mala suerte. Bueno, mírenlo por el lado bueno: les queda la salud, en cualquier caso. Venga, va, no pongan esas caras de vinagre, que de verdad que lo decimos en serio. Y para que se consuelen les traemos hoy a colación uno de nuestros ilustrativos cuentos morales, que tiene en esta ocasión aires italianos de neorrealismo rosa y que viene a demostrar que el que le toque a uno el gordo no siempre es motivo de dicha. Algo que ya se ha dicho muchas veces, por cierto, pero que nunca está de más ilustrar de nuevo con un caso concreto.

Nuestro protagonista es esta vez un joven músico milanés que estaba pasando, allá por 1942, una temporadita a la sombra acusado de complicidad con su novia en el intento de robo de un abrigo de pieles. Que ya es mala pata, pues ni lograron consumar la hazaña ni creemos que el abrigo fuese para él. Más bien parece un caso de veleidad femenina lo que dio con nuestro amigo entre rejas. Pero como no hay mal que cien años dure y siempre que llueve escampa (otras dos grandes sandeces de nuestro refranero popular), ya una vez en prisión, el incauto músico se enteró de que le había tocado un premio gordo en la lotería. A partir de ese momento los dedos se le hicieron huéspedes y los días fantasías con la golosa fortuna que aguardaba en el banco la fecha de su puesta en libertad. Y, con paciencia infinita en la espera, ese día por fin llegó.

Así que ahí tienen al bueno de Nicolasei, pues tal era el apellido de nuestro héroe, camino del banco montado en su bicicleta. Probablemente cantando, habida cuenta de su condición. Probablemente soltando las manos del manillar, e incluso haciendo serpenteantes equilibrios de tal guisa sobre la destartalada carretera, de pura felicidad. Probablemente con toda la escena en blanco y negro, a tenor del año en que se desarrollaron los hechos. Y ahí tienen el muro contra el que Nicolasei se rompió la base del cráneo y en el que, inesperadamente, le llegó su día.

Por otra parte, piensen con qué ilusión vivió este hombre los últimos días de su vida, y eso que estaba en la cárcel. ¿Es eso mala suerte? Ahora ya no lo tenemos tan claro, la verdad.

Informaciones, 12 de septiembre de 1942.


Pdta.: Hoy también es un día idóneo, si tienen el tiempo y la gana y nos leen desde hace poco, para repasar aquella historia del mendigo que estafó participaciones del gordo en Logroño y que inspiró a Rafael Azcona uno de sus primeros relatos.

3 Apostilla(s):

Anonymous Anónimo dice...

Pues nada, que primero, como decían los Patrullero, le tocó el premio gorda (la novia le obligó a robar el abrigo para enseñarle una cacha) y luego el gordo.

De todas maneras, a mí me huele a complot: ¿alguien esperaba que a un tipo apellidado Nicolasei le diesen el premio? ¡Si los moscovitas ya se habían quedado con todo el oro!

23 diciembre, 2006  
Blogger MJ dice...

Parece el guión de una peli de Dino Risi.

03 enero, 2007  
Blogger Regiones Devastadas dice...

Pues sí, en eso mismo pensaba yo, en Dino Risi.

04 enero, 2007  

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