Informe de actuaciones:

En Madrid, a 07 marzo 2007

Como las escamas de los peces en los peces


Seguimos a nuestra bola, lo que quiere decir más o menos que seguimos (perezosamente) con nuestro improvisado monográfico sobre la implantación de los refrescos de cola en nuestro país. Vamos, pues, con lo que nos toca. Como todos ustedes ya sabrán, existe un protocolo de actuación común entre todas las multis de la alimentación industrial, que consiste en hacer suyo un tipismo, un alimento o elemento local característico, con el fin de provocar en el consumidor de provincias del Imperio la sensación de que éstas no sólo respetan, sino que incluso se imbrican en las costumbres nativas. Como las escamas de los peces, vamos. Por eso en los McDonalds franceses la mostaza es de Dijon, y no cacafuti amarilla. Y eso por no hablar del fallido intento de dar tintorro en los McDonalds españoles (cadena que, por otra parte, continúa manteniendo esa misma política gracias a las tarrinas de gazpacho Alvalle).

Pero el caso es que, en último término, la Coca-cola no vende manduca: vende directamente vida. Más aún, vende su esencia misma, la Chispa de la Vida. Así que sus modernos ejecutivos retrofuturistas decidieron allá en el retrofuturo U.S.A. que había que encender a toda costa esa bengala en el potencial mercado potencial de la gris España gris de 1955. Y quién mejor para conjugar ese optimismo zarzuelero tan de toda la vida, tan de orden y tan de aquí (ambientado, en el dibujo, en el castizo estanque del Retiro) con los valores eternos de la dinámica y universal Coca-cola, que el mismísimo Mingote, exitoso caricaturista, ya en aquellos años, y máximo exponente gráfico de lo que un señor de derechas considera que debe ser, ayer y hoy, la joie de vivre madrileña (y, por ende, española).

No se puede negar a la megacorporación del refresco el acierto y la clarividencia en la elección del susodicho dibujante, que a día de hoy exhibe todavía en la estación de Metro de Retiro, precisamente, unos fantásticos murales cerámicos que nos indican con didáctico humor a los gañanes descerebrados el uso lúdico pero cívico que todos hemos de hacer de ese privilegiado pulmón urbano que tenemos pero que no nos merecemos. Es probable que el señor Antonio Mingote se sienta orgulloso cuando pase o pasee por esa estación, y no es para menos. Es todo un homenaje, y disfrutado en vida, a una carrera de fondo en la ingrata tarea de tomar el pulso día a día al mundo a través del humor gráfico, y además desde un punto de vista tan severo y tan rancio. Como no menos orgulloso ha de sentirse de su condición de académico de la R.A.E., ocupando el sillón ‘r’ minúscula. Son cosas que complacen a uno en el declinar de sus días, y que compensan de muchos sinsabores cotidianos, en la certeza de que su paso por el mundo arrancó una sonrisa a más de un lector del ABC.

Sin embargo, nos duele reseñar también, a título meramente anecdótico, que un Mingote mucho más joven e irascible, aunque ya entonces muy célebre entre el pueblo llano de Madrid, no dudó en poner el grito en el cielo y demandar airadamente ante los tribunales a un iluso y perplejo tabernero devoto de su obra que había osado ilustrar su establecimiento con los dibujos del artista. No sabríamos precisar ahora la fecha exacta, ni si fue en la Cava Alta o en la Baja, pero así fue y así lo hemos leído en algún legajo de hemeroteca, que ahora mismo no encontramos.

Acaba de fallecer José Luis Coll. Quiera Dios conservar la salud de Antonio Mingote muchos años. No queremos ni imaginar el enorme trampantojo póstumo que nos caería como losa en caso contrario. Sería la lápida perfecta para esta tumba abierta desde la que retransmitimos. En cualquier caso, la Coca-cola, como gran teta nodriza y burbujeante, se encargará de patrocinarnos y de enterrarnos a todos. Bendita sea, sí señor, ¡y lo que nos gusta, además!


Pdta.: Por cierto, y dentro de las limitaciones que nos impone nuestro perpetuo orsay virtual, en el próximo informe prometemos dejarnos llevar más por el signo de los tiempos. ¿Qué les parece lo de la obesidad infantil?...

Fin de la discusión.




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