Informe de actuaciones:

En Madrid, a 19 febrero 2007

La gente joven


¿Por dónde íbamos? Ah, sí, por lo de las resistencias numantinas en forma de refresco de cola. Nos habíamos quedado dormidos en los laureles del Concafé. Ya nos desperezamos. Pero no, tranquilos, que no les vamos a contar la historia de la Coca-Cola en verso, que eso ya lo han hecho mejor otros antes y además la red está llena de webs que recogen el anecdotario oficial de la marca, probablemente todas ellas patrocinadas por la propia multinacional de la chispa de la vida; porque no olvidemos que en última instancia lo que ésta nos vende es eso, la patente de la joie de vivre. La alegría de vivir. Ese nuevo target de mercado que tanto les gusta a ustedes, lo mismo tengan ocho que ochenta años. Exactamente lo que representa este anuncio de 1957. La gente joven. La gente eternamente joven (bueno, la gente eternamente joven de 1957, aunque se parezca mucho a la de hoy en día, la verdad).

Nótese que los dos intentos patrios anteriores fallan básicamente en su denominación. La “Zarzaparrilla 1001” tiene un nombre claramente orientado a los chiquillos (imagínense a ese señor español del 57 pidiéndose una zarzaparrilla en el casino de labradores de su pueblo), y el “Concafé” alude a una bebida exclusivamente adulta (mil veces antes se le da a un crío un mojete de vino que un sorbo de café solo). Coca-Cola apunta mucho más alto. Coca-Cola es la bebida más apropiada para una reunión de gente joven: deliciosa, refrescante, saludable, social y popular. Coca-Cola es... símbolo de buen gusto. Si no, ¿por qué recuerdan ustedes tantas veces esta conversación?

—¿Qué? ¿los chicos no van a tomar nada? ¿ni una cocacolita?...
—No, tía X, no te molestes, si nos marchamos ya...


Por otra parte, cuenta la leyenda extraoficial una historia muy fea y que deja en muy mal lugar a la Coca-Cola española, y es que, por lo visto, ésta se dedicó a comprar todos los cascos de Zarzaparrilla 1001 hasta dejarla fuera del mercado (recuerden, en aquellos años se reciclaba como debe ser: bajabas los cascos de los botellines al colmado y te abonaban el envase o te lo descontaban del siguiente, y así la molestia repercutía económicamente en los más solidarios). Pues bien, se dice que la embotelladora concesionaria de Coca-Cola en España, Cobega S.A. (Compañía Castellana de Bebidas Gaseosas, Sociedad Anónima), poniendo en práctica una avanzada teoría de eliminación de la competencia, fue comprando y destruyendo todos los envases de vidrio de la pequeña empresa hasta que ésta, que contaba con un contingente limitado de botellas, no pudo finalmente subsistir.

Fin de la discusión.




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