Informe de actuaciones:

En Madrid, a 31 enero 2007

Adelita


¿Cómo empezó Adelita su deslizamiento hacia la toxicomanía? ¿Cuándo aprendió Adelita a chutarse ella solita? Pues es difícil precisar fechas exactas, pero el caso es que en 1954 ya no había freno alguno que sujetara su vicio y la servidumbre a que los estupefacientes la tenían sometida. Hubo un tiempo, eso sí, en que ella no tenía que ocuparse de buscar la cocaína y la morfina. Una amplia red de tráfico de drogas con la que estaba en tratos se la servía, como quien dice, a domicilio. A precio de oro, claro está, pero eso a Adelita, niña de familia bien y beneficiaria de una saneada herencia, poco le debía de importar. Mas, ay, llegó un momento en que le falló el contacto con su red habitual de aprovisionamiento y Adelita, que ni tenía freno ni la menor intención de sujetar sus turbios instintos y a la que le picaba mucho la vena –pero mucho muchísimo–, tuvo que hacer de la necesidad ingenio y trazar el siguiente femenil plan, que nos conmueve en su perfecta trama vodevilesca:

Fue Adelita un día a visitar, con el pretexto de que padecía agudas jaquecas, a un doctor amigo. A la hora a la que calculaba que estaría en su consulta, había convenido con una amiga suya cómplice del plan (pongamos por caso que se llamase Merceditas) en que ésta llamara al médico por teléfono y lo entretuviera un rato, fingiéndose su admiradora. El galeno, joven con pretensiones donjuanescas, quizá no desdeñara unos minutos de conversación. Y así Adelita tendría ocasión de registrar en su despacho, en busca del talonario de recetas para drogas tóxicas. Como así fue y así lo hizo. Una vez en su poder las recetas, Adelita simuló, entre los meses de enero y junio de 1954, y tras un estudio detenido de los rasgos de la firma del doctor –que tenía a la vista en carta por él rubricada–, que iban éstas avaladas con el nombre del facultativo. Así extendió en ese periodo de tiempo hasta 39 recetas oficiales de estupefacientes y las fue presentando en diversas farmacias madrileñas, que le entregaron las drogas al creer todo en regla. Como es natural, difícil era pensar en una suplantación de la firma, y el distraído médico no había observado la desaparición del talonario y, claro es, mal la pudo denunciar.

Por medio de esas 39 recetas, Adelita obtuvo en las farmacias 16 cajas de ampollas de Septa Om y 23 de Hoptonal. Ambos medicamentos se encuentran sometidos a las normas internacionales de restricción de los estupefacientes, y ahora Adelita, condenada a tres años de prisión y 600 duros de multa, tendrá ocasión de pensar en la posibilidad de regeneración que un extraordinario esfuerzo de voluntad podría ofrecerle. Por lo menos, una cosa es segura: durante el tiempo que esté entre rejas hará de manera forzosa una cura de desintoxicación.

Madrid, 12 de mayo de 1956.

2 Apostilla(s):

Anonymous Anónimo dice...

Muy bonito. Y muy edificante. Aprovecho la ocasión toxicómana para recomendarte un libro magnífico sobre la heroína de reciente aparición, "El siglo de la Heroína", de la pizpireta Editorial Melusina. Salud!

PD: Por cierto, la publicidad que acompaña la noticia es impagable: "una de las cuatro mejores lavadoras del mundo". ¡¡!!

31 enero, 2007  
Blogger Regiones Devastadas dice...

Ja ja, en lo del anuncio no me había fijado ¡Por una publicidad responsable y veraz!

Tomo nota de la recomendación. Compraré dos, y le mandaré uno a Adelita al talego.

31 enero, 2007  

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