A la droga por amor
En la droga se puede caer por múltiples causas y motivos, y entre ellos el amor no es el más infrecuente precisamente. A la droga por amor. Por amor y por didáctico empirismo, como le pasó a esta joven pareja, Madeleine y Harry, cuya aleccionadora historia bien merece ser rescatada esta noche para su disfrute y reflexión.
Madeleine se había entregado a las drogas después de un tratamiento a base de estupefacientes y el pobre Harry estaba desolado, claro, porque veía que su querida esposa no tenía la suficiente fuerza de voluntad para salir del vicio. Estudió entonces Harry un plan para que Madeleine comprendiera que no había nada más que proponerse el abandono del vicio para conseguirlo, y no dudó en fumar drogas para, tras una temporada, poder decirle a su mujer: “¿Ves? Ahora, cuando ya estoy igual que tú, me voy a curar”. Esto lo dijo muy pronto. Ahora Harry no tenía tenacidad para aquella lucha emprendida por amor a su mujer. Los dos se hallaban ya en igualdad de condiciones. Y, al cabo, en el talego.
Junto a ellos, conozcan al chino Yan Thu, regente de un fumadero de opio cerca de la estación de Lyon; a esa simpática pandilla, formada por tres músicos, una extra de cine y una especialista del strip-tease, que fueron descubiertos fumando heroína en una sala de fiestas; a Touta, una egipcia drogada en extremo último que les proporcionaba el tema; a las dos hermanas cuarentonas de Clichy que se drogaban continuamente en la calle, en un estado tal de desfallecimiento que apenas podían moverse, sin pelo y sin dientes. Y comprueben de paso que el doping deportivo era también un tema mediático hace cuarenta años, así como el doping estudiantil, práctica de capa caída hoy en día pero absolutamente cotidiana y asimilada en los sesenta; o cómo ya entonces era un recurso extendido el tener una plantación doméstica de marihuana en el patio de casa, justificada con la cantinela de que son simples matas decorativas; o qué tiene que ver el turismo extranjero con la propagación del vicio pertinaz de los toxicómanos.
Y todo para nada, porque, de todas formas, otra vez volverán a las andadas en cuanto puedan. Tienen ustedes el vicio ya muy arraigado.
Diario Madrid, 15 de agosto de 1964.
5 Apostilla(s):
"el doping estudiantil, práctica de capa caída hoy en día"
¿De capa caída? ¿Hay datos que lo indiquen? ¿O será que usted, señor Director General de las Regiones Devastadas, ya no estudia y se cree que los demás tampoco se meten?
Mi experiencia personal no cuenta en este caso. Yo no puedo tomar anfetaminas, padezco de los nervios. Pero le aseguro que lo de hoy es nada comparado con lo que se metía cualquier tuno de los 60's/70's. Pregunte a sus mayores a ver qué le dicen.
¡Hombre, pero es que los tunos son una raza superior! Hace falta mucha anfeta para ir por ahí cantando con esas pintas...
Si pregunto a mis mayores por el tema, los que van a padecer de los nervios son ellos.
Lo de Madeleine y Harry es como lo de Lola Flores y su hijo Antonio. Cuenta El Golosina que la Lola le dijo al hijo que si no dejaba el jamaro ella también se lo iba a meter, para sufrir juntos. Parece que en estos casos es lo normal.
Es lo bonito.
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