Llegar viejo a lo nuevo. Llegar nuevo a lo viejo
La impuntualidad es un rasgo de carácter como otro cualquiera. De hecho, llegar tarde por sistema a los sitios es una de las cosas que el que esto suscribe es capaz de hacer con la mayor naturalidad del mundo. Y no estamos hablando de hacer esperar a un amigo en la puerta del cine, no; perder en dos ocasiones un avión por llegar tarde es una dudosa hazaña que pocos, incluso los muy volados, tienen en su haber. Del mismo modo, y a pesar de que nada de lo humano nos es ajeno (bueno, unas cosas más que otras, todo hay que decirlo), muchas veces hemos tenido la sensación de llegar tarde a discos, libros, películas y todo tipo de actividades que, al parecer, venían reclamando nuestra atención con tanta premura como insistencia. Durante mucho tiempo, claro, hemos pensado que éste era un terrible defecto de organización y voluntad, amén de una falta de respeto hacia el prójimo y hacia nosotros mismos, y nos hemos flagelado por ello y nos hemos deshecho mil veces en disculpas inaceptables. Ahora, y sin ánimo de caer en autocomplacencia alguna, la verdad es que ya no estamos tan seguros, y lo dejamos tan solo en lo de rasgo de carácter. Y es que, en estos tiempos que corren que se las pelan, donde el caudal de información es tan abundante y fluido como, en muchísimas ocasiones, vano y caduco, empezamos a sospechar seriamente que en muchos casos mantener un distanciado retraso puede ayudar, a la postre, a ahorrar muchísimo tiempo. En cuestiones de modernidad, a veces seis meses separan el grano de la paja que es una barbaridad. Y sin embargo otras veces, en las mismas cuestiones, parece que, no ya veinte años como dice el tango, sino cincuenta años no sean nada.
¿Que por qué les contamos todo esto? Pues verán, habíamos leído aquí y allá acerca de cierta exposición de fundas de discos en la siempre tan moderna y audaz Ciudad Condal. Y claro, no queríamos perdernos nosotros una cosa de tanta novedad y asombro, así que hemos hecho el hatillo y para allá que hemos salido. Pero no hemos debido de coger bien el desvío, o no entendimos el mapa, o cruzamos mal las coordenadas, o nos han liado por el camino o algo. El caso es que hemos aparecido aquí: en el mismo lugar (el Fomento de las Artes Decorativas, génesis del actual Macba), en lo que parece ser la misma exposición... ¡pero hace casi cincuenta años justos! Como parte de los preparativos de la 'Gran Noche del Disco de Jazz', la inteligentzia artística catalana de 1958, armada de médicos, pintores y escritores y comandada por Cirici Pellicer, se reúne al calor de una muestra de carátulas de discos de jazz para debatir con enorme circunspección sobre el valor artístico de las mismas y sobre otras místicas en torno al microsurco. Todo para llegar a la conclusión de que la carátula es la cuadratura del círculo y que la funda bonita hace vender.
A algunos esto les llevara a reflexionar sobre la sorprendente acogida institucional que, hoy como ayer, ha dispensado tradicionalmente la sociedad catalana, en contraste con el resto del estado español, a las cosas estas de la modernidad y de las artes decorativas en general. A otros les maravillará la poderosa afición que los barceloneses han sentido de siempre por este género musical, articulada ya entonces en asociaciones como el Hot Club y el Club 49 o la propia Agrupación de Discófilos de dicho Fomento de las Artes Decorativas. Otros, los más ingeniosos, trazarán un simpático esquema (abuelos wagnerianos–padres jazzys–hijos tecno) de las funestas veleidades melómanas de la burguesía catalana, siempre tan vana ella y tan atenta a lo que por ahí fuera pudieran opinar sobre sí. A nosotros, incapaces para la reflexión, simplemente nos recorre un leve escalofrío espinal ante un déjà vu tan raro. Y nos da la risa tonta, claro.
Es un reportaje del Ya del 12 de febrero de 1958.
La muestra Vinil. Discs i caràtules d’artistes puede verse en el MACBA hasta el 3 de septiembre de 2006. Como no muevan pronto el culo, ya llegan tarde. Claro que, a una mala, también pueden ir a la de Matta-Clark en el Reina Sofía, que está hasta el 16 de octubre y que a nosotros nos ha resultado la mar de inspiradora.
4 Apostilla(s):
Querido,
después de ver el catálogo de la del MACBA, no me cabe duda de que la exposición del 58 le daba vuelta y media a la actual. No sólo eso, sino que también aquella intelectualidad del 58 tenía mucha más gracia y tronío. Recuerda que entre los ilustres miembros del Hot Club de la época teníamos nada menos que a un adelantado como Manolo de la Calva, a punto de formar el Dúo Dinámico con el entonces bisoño Arcusa. Dos glorias de nuestra canción, amén de virtuales introductores del rock and roll en España y del concepto de grupo moderno de compositores e intérpretes. Antes de ellos, prácticamente sólo jugaron a dos bandas Los Cinco Latinos, otros grandes de verdad, que venían de la mucho más puesta al día Argentina.
Está bonito que se recuerde a las personas que ellas no han inventado la pólvora. Y que aquellas polvoras tuvieron más color.
Tu admirador, ausente del terruño hasta hoy, pero al día de tus hazañas,
Fulgencio
Pd- Los tebeos están el día 4.
Hola, Fulgen. Ya se echaban de menos tus apostillas. Pena de no haberte visto en Logroño, pero todo sea por esos tebeos. Nos tienes en ascuas, bribón.
Hola Regiones,
El diario El Mundo te va a hacer un poco la competencia desde el domingo que viene. Se marcan una colección de 37 tomos x 200 páginas con los 37 años de dictadura, uno a uno, más 37 DVDs de Nodos.
Espero que, no obstante, tus lectores nostálgicos te sigan siendo fieles.
Un saludo.
¿Es eso cierto? ¿El Mundo abre el tarro de las esencias más rancio? ¿Escriben Cesar Vidal y Pío Moa? ¡ME-LO-PIDO!
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