Informe de actuaciones:

En Madrid, a 06 agosto 2006

Estas cosas pasan


Uno se pasa la vida asustado por lo que pudiera sucederle, y fantasea sobre enfermedades, accidentes y desgracias hacia los que se siente irremisiblemente avocado, pero la verdad es que rara vez suceden esas cosas a las que tanto tememos, al menos no tal y como las dibuja nuestra agitada cabecita, y sí, en cambio, otras bien distintas para las que no estamos preparados en modo alguno. La desgracia es caprichosa y el temor de Dios que siente nuestro Ned Flanders interior no va a servirnos de mucho ante su tornadizo antojo, así que aflojen sus neuras y déjense mecer por la corriente. Porque su vida puede cambiar de un plumazo en cualquier momento. Y si no nos creen, lean lo que le sucedió al pobre Francisco, que contraía feliz matrimonio una mañana de diciembre de 1955 y horas más tarde veía fallecer repentinamente a su padre, imaginamos que sobre la misma mesa del banquete de bodas, para acabar el día asistiendo impotente a la defunción de su recién estrenada esposa que, algo delicada de salud, se ve que no pudo soportar la impresión del terrible suceso que había ensombrecido el que había de ser el día más feliz de su vida y que a la postre resultó ser, simplemente, el último.

Debajo, como queriéndonos recordar que la vida sigue, una oferta de empleo para los Almacenes Arias de la calle Montera.

Ya, 10 de diciembre de 1955.

Fin de la discusión.




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