LOS BEATLES. Capítulo 1: Los Beatles son conservadores
Cambiamos de tema, de tiempo, de idea y de tercio, y mutamos repentinamente en blog musical para contarles una historia de recorrido largo que nos mantendrá ocupados varios informes sucesivos. Nada más y nada menos que la epopeya celtibérica del grupo vocal contorsionista más famoso del mundo de todos los tiempos. Algo que no se puede afrontar de una sola tacada, así que iremos por partes. Con todos ustedes... ¡Los Beatles! ¡¡En España!! ¿Cómo? ¿Qué? ¿Que si un tema tan obvio puede resultar aún divertido? Ya lo verán, ya... Aquí, en Regiones Devastadas. Y que nos perdone Joaquín Luqui.
Para ir abriendo boca, nada mejor que el ilustre Jesús Pardo, persiguiendo a un “hincha” de los Beatles por el aeropuerto. Aquí, Londres. Para el diario Madrid. De absoluta actualidad. 1964. Veintisiete de febrero. Léanlo ustedes mismos...
Un conjunto místicamente indivisible.
Le cogí a la salida del aeropuerto, adonde había ido con varios cientos de otros como él a dar la bienvenida al grupo vocal contorsionista de los “Beatles”, recién vuelto de una gira triunfal por los Estados Unidos. Se volvió hacia mí entre dos aullidos:
–¿Cómo dice? (Ruido de motores de aviones)
–Que querría hacerle una entrevista.
–¿Una entrevista? ¿Sobre qué?
–Sobre sus relaciones con los Beatles. ¿No es usted un hincha?
–Sí; pero no tengo relaciones personales con ellos.
–Pues eso es lo que me interesa. Sus relaciones espirituales, psicológicas, que pudiéramos decir... ¿Qué es lo que le atrae a usted de los Beatles: la música, las canciones?
–No es música, tampoco son canciones –me dijo él, mirándome con cierta sorpresa–: es ritmo. La letra es un pretexto para marcar el ritmo.
La muchedumbre de hinchas comenzaba a dispersarse: casi todos iban vestidos y peinados a la manera de los Beatles: trajes a la moda de principios de siglo, muy ajustados, la chaqueta abotonada casi hasta el cuello, dejando apenas sitio para la chalina, y el pelo negro y espeso, con melena en la nuca y un flequillo que casi toca las cejas. Algunos llevaban canotier. Las chicas buscaban el parecido exterior por caminos opuestos: faldas muy amplias, chaquetas largas, melenas negrísimas sobre rostros enharinados.
–Los Beatles, además, nos incitan a vestir bien, a buscar originalidad en el peinado –siguió explicándome el hincha–: nos ponen en la alternativa de trabajar o dedicarnos a la delincuencia, porque estos trajes hay que hacerlos a la medida y son caros, treinta libras, y ningún sastre se aviene a hacernos trajes “Beatle” si no pagamos por adelantado. Son una fuerza social y a nosotros nos imprimen un dinamismo vital que cuando seamos mayores probablemente nos beneficiará.
He notado que los Beatles son hasta ahora el único conjunto de contorsionismo vocal que aparece siempre vestido hasta el cuello, y que en las fotografías de propaganda no explota nunca el semidesnudo. ¿Cómo es que mostrándose tan recatados despiertan el entusiasmo de la juventud explosiva y vivalavirgen? Fui con esa pregunta a un psicólogo profesional:
–Los Beatles despiertan el interés de miles de chicas precisamente por ese misterio de que rodean su físico: al cubrirse, intrigan. Al vestirse y peinarse los cuatro de la misma manera, y siendo, además, como son, muy parecidos físicamente, permiten a las chicas volverse locas, gritar y hasta tirarles del pelo sin pensar que lo hacen por un chico determinado, cosa que ofendería, quizá, su pudor; lo hacen por los Beatles, un grupo anónimo, cuyos miembros son difíciles de distinguir entre sí y que además, con su aspecto unánime y anticuado de principios de siglo, les sirven de blanco de las iras que sienten oscuramente contra la autoridad paternal. Por eso me temo que el Beatle que está casado, John Lennon, va a tener que desaparecer ahora que se ha distinguido del resto del grupo con tanta fotografía como publican de su mujer; y si desaparece él, también desaparecerá el grupo, porque es un conjunto místicamente indivisible.
En Inglaterra, la única manera de sobrevivir al entusiasmo inicial que siente la masa por uno consiste en entrar a formar parte del sistema establecido por la clase dirigente. Los Beatles no tienen capacidad para ello, por el mismo motivo que no la tiene el Partido Comunista Británico para formar parte de la “oposición leal a Su Majestad”: tanto los Beatles como los comunistas británicos aspiran a imponer su propio tipo de conservadurismo por medio de la agitación de masas, es decir, a turbar el orden establecido. Con los Beatles, la clase dirigente británica se muestra tolerante porque ganan dólares y otra divisa extranjera y porque el tipo de agitación que promueven está claramente definido dentro de cierto tipo social y psicológico, o sea que es esencialmente de poca duración. De no ser así, ya habrían tomado medidas para disolverlos con buenos modos, como han hecho con los comunistas, que no ganan dólares ni limitan sus aspiraciones a grupos determinados de la sociedad británica.
–Los Beatles tienen, además, un cierto significado nacional –me dice un comentarista de prensa–: son el primer conjunto británico que triunfa de manera rotunda en Inglaterra, Alemania, Francia y Norteamérica como tal grupo; que lo haga un solo cantante no tiene nada de particular, pero que lo hagan cuatro que ni son tan jóvenes ni saben cantar, y que nunca introducen cambios de indumentaria o estilo, o sea que se imponen sin transigir, es inaudito y halaga en cierto modo al país entero: fíjese, si no, en esos intelectuales que van por Londres buscando tres pies al gato psicológico y filosófico de los Beatles.
Un experto en contorsionismo vocal me dijo que él no cree que los Beatles duren mucho:
–Este negocio vive del cambio, y los Beatles ya han hecho todo lo que se esperaba de ellos, superándolo incluso. Si no se retiran ahora se exponen a que les silben los mismos que ahora les aclaman. Yo les echo tres o cuatro meses más.
COLOFÓN:
La Sociedad Protectora de Animales inglesa va a pedir a Jacqueline Kennedy que deje de usar en público su abrigo de piel de leopardo, porque aumenta la demanda de pieles y apresura la extinción de ese animal.
Capítulo 2
3 Apostilla(s):
Fabulous!
Pues sí, Fulgen. Le vamos a hincar el diente a los Beatles. Con el paquete que les tengo yo personalmente... Pero es que este blog me devora. Yo ya no mando, se pilota él mismo. Para ti, que eres el último "hincha" de Regiones Devastadas.
Esa devoción tuya por lo innombrable va a dar conmigo en el contorsionismo
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