Hasta en el África negra
26 de marzo de 1961.
Aquí seguimos, dándole vueltas a la idea de comprarle un televisor a la madre de la parienta, ahora que están dando tanto la tabarra con lo del día de la suegra; que, por cierto, se ha adelantado súbitamente al 29 de marzo, vaya usted a saber por qué. La verdad es que lo quiero para mí, para ver los toros, pero si de paso contento a la doña, pues eso que me llevo ganado. Pero es una decisión delicada, no se vayan a creer. Miren que si van y la quitan (las emisiones, digo) y luego no nos vale el cacharro para nada, y lo tenemos que seguir pagando, además. No sé, no sé. A fin de cuentas, tampoco lleva tanto tiempo funcionando la cosa, y a lo peor al final es un fracaso. Sí, ya, aquí en Madrid ya se ve desde octubre de 1956. Pero no se crean, que las emisiones las hacen ahí al lado, desde un chaletito del Paseo de la Habana, y hasta hace dos años no se veían más que en la capital. Luego, el 59, aprovechando un Real Madrid-F.C.Barcelona, estrenaron el servicio en Zaragoza y Barcelona, y dicen que, con lo del partido, los catalufos agotaron todas las televisiones que había a la venta. Yo creo que allí hay más perras. Y a finales de ese año, como colocaron un repetidor en la sierra, en la Bola del Mundo, que dicen que es grandísimo y una maravilla de la técnica española, pues ya se pudo ver en las dos mesetas. En Valencia y en Bilbao empezaron el año pasado, pero en Galicia y Andalucía todavía no se ve. A las Canarias no creo que llegue nunca, que están muy lejos. Además, miren lo que dijo el jefe de programas de TVE, Enrique de las Casas, que “no olvidemos que, por una serie de razones etnológicas y definitorias, el pueblo español no parece ser un consumidor nato de TV. Ni el clima, ni el estilo de vida, ni las cualidades imaginativas de la gran masa española parecen hacer de ella un buen cliente para la TV”. Pues eso es lo que digo yo. Además, que son muchos cuartos para gastarlos tan alegremente. Un primo mío más joven, el Juli, buen chico, se gastó enterito su primer sueldo en comprarles un televisor a sus padres. Lo que les digo, un buen muchacho. Pero nosotros no podemos permitirnos eso, que tenemos que pagar la letra del piso, y están los niños, que comen todos los días y hay que comprarles zapatos nuevos todos los años. Pero estas dos arpías, madre e hija, es que lo quieren todo, vivir en el Barrio de la Concepción, tener televisión y comer todos los domingos helao. Y como ahora dice el periódico que hasta en el África negra existe el día de la suegra, pues nada, a honrar a la buena señora, como si no viviese ya a cuerpo de rey todos los días. A mí me tienen frito. En fin, vamos a seguir echando cálculos a ver si nos salen las cuentas, en vez de escribir sandeces para que no las lea nadie.
24 de junio de 2006. Nota del transcriptor:
Si efectivamente, como cuenta este señor (y esa anécdota nos consta que es rigurosamente cierta), un aparato de televisión venía a costar en la época el sueldo de un joven, es decir, los mil euros actuales, no tienen más que realizar una sencilla deducción matemática para comprobar que 33 pesetas de las de entonces equivalen, exactamente, a 33 euros de los de ahora.
2 Apostilla(s):
Pues este nuevo post sobre el día de la suegra, esa equivalencia de los euros y esos documentos de primitiva televidencia me han dado una risa así como nerviosa que no se, no se.
Será el calor y haber tenido que ir a una sucursal de univrsal eléctrica a comprar un ventilador recientemente.
A mí me gustan mucho los negritos, o los monitos, o los negritos-monitos (porque no se distinguen unos de otros) que salen en el anuncio, y que son cualquier cosa menos remotamente humanos. Un ejemplo claro del concepto gráfico niggers-like-monkeys, que supongo muy propio de los dibujantes de aquellos años.
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