Mete la mano, Luciano
Noviembre es el mes de los difuntos, y en Regiones Devastadas los honramos. De hecho, los sentimos muy cercanos, más que a muchos vivos, en esta pertinaz condición de muertos en vida que arrastramos de un par de años a esta parte. Por eso, y como ya habrán podido comprobar, no se nos ha ocurrido un mes mejor que éste para tomarnos un merecido retiro virtual en el silencio del claustro de nuestro íntimo monasterio cartujo. No tiene nada que ver con la pereza o la inconstancia: estábamos meditando, simplemente. Es bueno retirarse a un mutismo sosegado de vez en cuando. Ahora hay una película sobre eso, creo.
No obstante, como sarna con gusto no pica y algo hay de íntima delectación en todo esto, pues estamos a la vez y por contra más tunos que nunca. Así que, con ambos sentimientos revoloteando alrededor, hemos pensado que resultaría muy propio dedicar el poco tiempo que nos queda del mes de los cementerios a las esquelas; y por eso traemos hoy a colación a este señor que, pese a llevar ya casi medio siglo criando malvas, aún es capaz de arrancarnos una sonrisa con su simpático nombre. Y que, por otra parte, murió como un bendito, con setenta y dos años cumplidos, ungido y bendecido, y en pleno “Madrid moderno”, en la calle Castelar. Quiera el Señor concedernos un final parecido.
Pero no se apuren mucho, que en un mes llega la Navidad, y este año, por primera vez y gracias a este blog, lo estamos deseando. Menudo belén vamos a montar. De momento, estamos poniendo las luces.
Pdta.: Por cierto, ¿qué significa exactamente "de profundo laci"?
2 Apostilla(s):
A don Luciano habría que haberle cambiado el apellido de la madre por el del padre, y viceversa, y haberle puesto de concejal de urbanismo de donde fuera el caso.
En la prensa de derechas del domingo venía un artículo sobre este particular de los nombres y los apellidos, en el que sospecho que abundarás unos días. Había un tal Pepe Conesa Cara que respondía muy flemático a los vaciles con un "es la única que tengo" de mucho mérito.
Ya no me acuerdo apenas del latín, pero diría que "de profundo laci" significa algo de lago, "de los lagos de las profundidades", lugares de donde no habríamos de ser necesariamente salvados todos los días.
Ya, "laci" (que se pronuncia "laqui", además) viene de "lacus", pero en el fondo tenía la vana esperanza de que pudiese significar "lazos". En ese caso la oración ya no hubiese sido tal, sino casi un exorcismo: "Oh señor Jesucristo (y tal y tal), libera las almas de todos los fieles difuntos de las penas del infierno y de ¿los lazos profundos?" (¿Con qué? ¿Con lo que le haya podido dejar a cada uno el tránsito terreno?). Vamos, algo así como: "Oye, tron, no nos dejes aquí al fantasma de este tío, que ya le vimos morir rabiando y maldiciendo, y acógetelo en tu gloria sin contemplaciones, que ni contigo ni sin ti tendrán sus males remedio, pero que a nosotros siempre nos dio algo de miedo, y mucho más ahora que está muerto".
¿O no?
Es más bonito así, en cualquier caso.
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