No hay que temer a la bomba
Pues sí que tiene cierta lógica lo de regar las calles después de una explosión atómica, sí. Y lo de arar los campos. Igual alguna cosa más habría que hacer. En cualquier caso, cuando llegue el día, yo me esconderé en el metro. No conozco otro sitio mejor.
Del Ya, lo que leía tu tía. 5 de junio de 1955.
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