Muertes ejemplares
Diario Madrid, 10 de marzo de 1967. El compositor Joe Meek mata a su casera y luego se suicida. Sospecha que alguien le espía al otro lado de la pared del cuarto de estar para robarle sus melodías. Ha tomado demasiadas amfataminas. Tiene treinta y tres años. Se ha decidido. Lejos de allí, Vicenzo Accettura, milanés de veinticuatro años, se ahorca en un vagón de primera clase. Como protesta contra las huelgas. Contra las huelgas en general, que no proporcionan nada útil a la sociedad de los trabajadores. Y contra el paro. El primero deja más obra que el segundo. El segundo, en cambio, deja una carta. En cualquier caso, ambos nos resultan simpáticos pretextos para lo inevitable.
1 Apostilla(s):
En realidad, Joe Meek contaba treinta y ocho años cuando echó el cierre, y no treinta y tres.
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