Informe de actuaciones:

En Madrid, a 30 marzo 2007

¡Y un huevo!


Desde mañana, miércoles, se repartirá a la población civil un huevo por persona en la siguiente forma: día 20, Chamberí, Buenavista y Congreso; día 21, Hospital, Inclusa y Latina; día 22, Palacio, Universidad, Centro y Hospicio.

El suministro se efectuará en las tiendas donde se hayan sellado las cartillas y previo corte del cupón número 4 de “Varios”.

Informaciones, 19 de marzo de 1940.

En Madrid, a 28 marzo 2007

Where’s Tristan Tzara Now?


1. En 1976, el popular presentador británico Bill Grundy se cubrió de mierda durante una entrevista televisiva a los Sex Pistols. Él solito se metió en un jardín en el que, en menos de dos minutos, evidenció su condición de necio y arrogante viejo verde. Un ejemplo perfecto de lo que popularmente se conoce en estos lares como “ir a por lana y salir trasquilado”. Ese fue el significativo naufragio profesional de la primera persona que había presentado a los Beatles en la pequeña pantalla. Después de aquel sonado papelón no volvió a levantar cabeza. No merece la pena extenderse sobre ello: todos ustedes conocen al dedillo (o deberían) este episodio que forma parte ya del anecdotario de la cultura popular del siglo pasado. Dos años más tarde, en plena eclosión del punk, los Television Personalities recordarían con guasa el incidente en su célebre canción Where’s Bill Grundy Now?

2. En 1989, el escritor y crítico musical norteamericano Greil Marcus publicó su extenso ensayo Rastros de Carmín. Tampoco nos vamos a meter ahora en muchos dibujos en torno a ese libro, que suponemos que ustedes conocerán de sobra. Subtitulado como Una historia secreta del siglo XX, en él Marcus traza una particular deriva articulada sobre tres ejes fundamentales: el movimiento Dadá, el Situacionismo y el Punk. La columna vertebral de la negación absoluta y el gran corte de mangas primordial a todo lo que no anda bien en el espinoso asunto del magreo entre arte y mercadotecnia (amén de asignatura troncal, todo hay que decirlo, del plan de estudios de esa hipotética "Escuela Moderna" desde la que algunos imparten cátedra con mejores o peores dotes, pero ése es otro tema). En el libro aparecen, pues, el affair Bill Grundy y el Cabaret Voltaire de Tristan Tzara como piedras de toque de una misma cosa sinuosa. Por supuesto, son muchos más lo hechos, personas y personajes que desfilan por el famoso tochito de más de quinientas páginas de Marcus y, por supuesto también, algunos de ellos están hilvanados muy de aquella manera. Nada que objetar al respecto (y menos a esa ausencia metodológica, a ese explayarse sin rigor ni contención por órganos sin cuerpo, al que tan afines nos sentimos en esta casa): a fin de cuentas, ni Greil Marcus es un reputado historiador, ni creemos que fuese su intención hacer del libro un dogma, ni es la precisión la que tensa sus argumentos y hace entretenida su lectura. Es sólo un libro divertido, inspirador y vano a partes iguales.

3. En 1944, el 10 de septiembre exactamente, el diario Arriba publicaba en su sección “Figuras” un bosquejo de Tristan Tzara, que pueden ustedes leer en la estampa adjunta. En realidad se trata de todo un repasito, cuánto menos ambiguo, al Dadá (un repasito muy pero que muy tibio, pero no mal informado, por cierto, si tenemos en cuenta la fecha y la particular “coyuntura”), que queda tildado, pues eso, de crisis moral juvenil de entreguerras, de tremolina, de ventolera, de alboroto, de patatín y de patatán... Por escatimar, ni siquiera se le concede su genuina condición de “ismo”. No como ocurrió con el futurismo, movimiento que sin duda también conocería nuestro anónimo redactor, ya que tanto caló en la España popular de los años veinte, en su derroche de chulesca latinidad de vanguardia. Del Dadá más bien se insinúa, con un burdo hilar de un par de citas, su irresponsable influencia intelectual (probablemente judaica y masona) en la 2ª Guerra Mundial. Pero la verdad es que tampoco nos vamos a hacer figuras (nunca mejor dicho) a estas alturas con el textito. No deja de ser el Arriba de 1944. Sus columnistas estrella eran cuadros juntaletras de la Falange, de los de “favor debido”, de relativo prestigio (vamos, el que un falangista de a pie puede otorgar a un juntaletras, aunque sea de los “suyos”). Sin embargo, no ha dejado de llamarnos la atención esa última frase, que enlaza tan casual como directamente con la canción aquella de los Television Personalities. Y no dejamos de preguntarnos, ¿quién diablos sería el autor de la semblanza?

En Madrid, a 20 marzo 2007

Huelga de hambre en la tercera fase


La decisión voluntaria de abstenerse de ingerir alimentos, esto es, el ayuno, es una práctica ampliamente extendida y de origen remoto, y los motivos que conducen a una persona a llevarla a cabo lo mismo pueden obedecer a algún tipo de mortificación religiosa preestablecida que a un desorden patológico y obsesivo, entre otras muchas y peregrinas razones. El propio Kafka lo elevó a la categoría de arte en su cuento Un artista del hambre (que pueden ustedes leer o releer, si gustan, aquí mismo). A día de hoy, no obstante, lo que está de verdadera actualidad en nuestro país es el ayuno indefinido como forma de protesta extrema, es decir, la huelga de hambre. Consiste ésta en que un individuo anuncia a bombo y platillo a los medios que piensa dejar de comer, a partir de una fecha determinada y hasta que su organismo aguante o sufra lesiones total o parcialmente incompatibles con la vida, sin deponer su actitud hasta que un juez, un gobierno o la Humanidad entera atiendan y legitimen su particular protesta. Una suerte de suicidio con cuenta atrás, vamos. Una forma de violencia infligida a uno mismo que generalmente oscila entre el espectáculo puro y duro, la más férrea convicción personal y el pueril “pues ahora no respiro” de los críos pequeños. Pero este concepto, como todos ustedes ya saben, tampoco es ninguna novedad. Por eso mismo hemos querido traerlo a nuestro terreno (el de este blog, no el de nuestro propio estómago, aunque todo se andará...), que no es, evidentemente, el de las novedades, pero que sí que gusta de ser, siempre que puede, lo más permeable posible dentro de su hermética idiosincrasia. Y para ello nada mejor que compartir con ustedes este otro caso, más bizarro aún que el que tantos ríos de tinta (y de personas también) está haciendo correr últimamente por aquí.

El 7 de agosto de 1956 el diario Arriba se hacía eco de las intenciones del profesor Alfred Naon (o mejor dicho, Alfred Nahon), psicólogo, filósofo y grafólogo natural de Toulouse y residente en Lausana, y uno de los primeros especialistas franceses en el fenómeno ovni (fundador de la Association Mondiale Interplanétaire, director de la “Liga antiatómica para la protección de la Humanidad” y editor del boletín ufológico Le Courier Interplanétaire), de sacrificarse no sólo para salvar a los habitantes de la Tierra, “sino también a nuestros amigos los marcianos”. El profesor anunciaba su propósito de comenzar durante las navidades siguientes una huelga de hambre “hasta la muerte” para que se diera fin a las explosiones atómicas que, aparte del evidente y terrible peligro que suponen para la Humanidad, “impiden un contacto beneficioso entre los humanos y nuestros amigos del espacio”. Nahon se había cansado ya de exponer sus razones a todo aquel que quisiese escucharle (como puede comprobarse en esta página del diario regional La Quatrième République des Pyrénées, de Pau, del 19 de octubre de 1954). “Vean ustedes todos esos platillos volantes —explicaba—. Naturalmente, los marcianos y otros seres inteligentes del espacio se muestran muy preocupados por las terribles explosiones que observan en la Tierra”. “Vienen a observarnos y se muestran descorazonados por lo que ven en nuestro planeta” —apuntaba sensatamente Nahon. Así que no le quedó más remedio que optar por la vía drástica. Bien es cierto que razón no le faltaba: el hombre deseando ‘contactar’ y el globo terráqueo como Valencia en Fallas.

El profesor Nahon fue el creador de la “Comisión para una bienvenida amistosa de los visitantes del espacio” y murió, por cierto, en 1990, a la edad de 79 años. Así que una de tres: o se desconvocó la huelga, o sus plegarias ufológicas fueron atendidas, o su organismo tenía una resistencia que no era de este mundo (nunca mejor dicho).

En Madrid, a 11 marzo 2007

Manifa


1957. Una foto elocuente...

En Madrid, a 07 marzo 2007

Como las escamas de los peces en los peces


Seguimos a nuestra bola, lo que quiere decir más o menos que seguimos (perezosamente) con nuestro improvisado monográfico sobre la implantación de los refrescos de cola en nuestro país. Vamos, pues, con lo que nos toca. Como todos ustedes ya sabrán, existe un protocolo de actuación común entre todas las multis de la alimentación industrial, que consiste en hacer suyo un tipismo, un alimento o elemento local característico, con el fin de provocar en el consumidor de provincias del Imperio la sensación de que éstas no sólo respetan, sino que incluso se imbrican en las costumbres nativas. Como las escamas de los peces, vamos. Por eso en los McDonalds franceses la mostaza es de Dijon, y no cacafuti amarilla. Y eso por no hablar del fallido intento de dar tintorro en los McDonalds españoles (cadena que, por otra parte, continúa manteniendo esa misma política gracias a las tarrinas de gazpacho Alvalle).

Pero el caso es que, en último término, la Coca-cola no vende manduca: vende directamente vida. Más aún, vende su esencia misma, la Chispa de la Vida. Así que sus modernos ejecutivos retrofuturistas decidieron allá en el retrofuturo U.S.A. que había que encender a toda costa esa bengala en el potencial mercado potencial de la gris España gris de 1955. Y quién mejor para conjugar ese optimismo zarzuelero tan de toda la vida, tan de orden y tan de aquí (ambientado, en el dibujo, en el castizo estanque del Retiro) con los valores eternos de la dinámica y universal Coca-cola, que el mismísimo Mingote, exitoso caricaturista, ya en aquellos años, y máximo exponente gráfico de lo que un señor de derechas considera que debe ser, ayer y hoy, la joie de vivre madrileña (y, por ende, española).

No se puede negar a la megacorporación del refresco el acierto y la clarividencia en la elección del susodicho dibujante, que a día de hoy exhibe todavía en la estación de Metro de Retiro, precisamente, unos fantásticos murales cerámicos que nos indican con didáctico humor a los gañanes descerebrados el uso lúdico pero cívico que todos hemos de hacer de ese privilegiado pulmón urbano que tenemos pero que no nos merecemos. Es probable que el señor Antonio Mingote se sienta orgulloso cuando pase o pasee por esa estación, y no es para menos. Es todo un homenaje, y disfrutado en vida, a una carrera de fondo en la ingrata tarea de tomar el pulso día a día al mundo a través del humor gráfico, y además desde un punto de vista tan severo y tan rancio. Como no menos orgulloso ha de sentirse de su condición de académico de la R.A.E., ocupando el sillón ‘r’ minúscula. Son cosas que complacen a uno en el declinar de sus días, y que compensan de muchos sinsabores cotidianos, en la certeza de que su paso por el mundo arrancó una sonrisa a más de un lector del ABC.

Sin embargo, nos duele reseñar también, a título meramente anecdótico, que un Mingote mucho más joven e irascible, aunque ya entonces muy célebre entre el pueblo llano de Madrid, no dudó en poner el grito en el cielo y demandar airadamente ante los tribunales a un iluso y perplejo tabernero devoto de su obra que había osado ilustrar su establecimiento con los dibujos del artista. No sabríamos precisar ahora la fecha exacta, ni si fue en la Cava Alta o en la Baja, pero así fue y así lo hemos leído en algún legajo de hemeroteca, que ahora mismo no encontramos.

Acaba de fallecer José Luis Coll. Quiera Dios conservar la salud de Antonio Mingote muchos años. No queremos ni imaginar el enorme trampantojo póstumo que nos caería como losa en caso contrario. Sería la lápida perfecta para esta tumba abierta desde la que retransmitimos. En cualquier caso, la Coca-cola, como gran teta nodriza y burbujeante, se encargará de patrocinarnos y de enterrarnos a todos. Bendita sea, sí señor, ¡y lo que nos gusta, además!


Pdta.: Por cierto, y dentro de las limitaciones que nos impone nuestro perpetuo orsay virtual, en el próximo informe prometemos dejarnos llevar más por el signo de los tiempos. ¿Qué les parece lo de la obesidad infantil?...

Fin de la discusión.




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