Informe de actuaciones:

En Madrid, a 22 febrero 2007

Mantra


No olvide esta frase:
Beba y cobre...
Con una mano coja las pesetas
Y con la otra amorre.

(Mantra valedero exclusivamente en la plaza de Madrid, según se indica en la letra pequeña)

1955

En Madrid, a 19 febrero 2007

La gente joven


¿Por dónde íbamos? Ah, sí, por lo de las resistencias numantinas en forma de refresco de cola. Nos habíamos quedado dormidos en los laureles del Concafé. Ya nos desperezamos. Pero no, tranquilos, que no les vamos a contar la historia de la Coca-Cola en verso, que eso ya lo han hecho mejor otros antes y además la red está llena de webs que recogen el anecdotario oficial de la marca, probablemente todas ellas patrocinadas por la propia multinacional de la chispa de la vida; porque no olvidemos que en última instancia lo que ésta nos vende es eso, la patente de la joie de vivre. La alegría de vivir. Ese nuevo target de mercado que tanto les gusta a ustedes, lo mismo tengan ocho que ochenta años. Exactamente lo que representa este anuncio de 1957. La gente joven. La gente eternamente joven (bueno, la gente eternamente joven de 1957, aunque se parezca mucho a la de hoy en día, la verdad).

Nótese que los dos intentos patrios anteriores fallan básicamente en su denominación. La “Zarzaparrilla 1001” tiene un nombre claramente orientado a los chiquillos (imagínense a ese señor español del 57 pidiéndose una zarzaparrilla en el casino de labradores de su pueblo), y el “Concafé” alude a una bebida exclusivamente adulta (mil veces antes se le da a un crío un mojete de vino que un sorbo de café solo). Coca-Cola apunta mucho más alto. Coca-Cola es la bebida más apropiada para una reunión de gente joven: deliciosa, refrescante, saludable, social y popular. Coca-Cola es... símbolo de buen gusto. Si no, ¿por qué recuerdan ustedes tantas veces esta conversación?

—¿Qué? ¿los chicos no van a tomar nada? ¿ni una cocacolita?...
—No, tía X, no te molestes, si nos marchamos ya...


Por otra parte, cuenta la leyenda extraoficial una historia muy fea y que deja en muy mal lugar a la Coca-Cola española, y es que, por lo visto, ésta se dedicó a comprar todos los cascos de Zarzaparrilla 1001 hasta dejarla fuera del mercado (recuerden, en aquellos años se reciclaba como debe ser: bajabas los cascos de los botellines al colmado y te abonaban el envase o te lo descontaban del siguiente, y así la molestia repercutía económicamente en los más solidarios). Pues bien, se dice que la embotelladora concesionaria de Coca-Cola en España, Cobega S.A. (Compañía Castellana de Bebidas Gaseosas, Sociedad Anónima), poniendo en práctica una avanzada teoría de eliminación de la competencia, fue comprando y destruyendo todos los envases de vidrio de la pequeña empresa hasta que ésta, que contaba con un contingente limitado de botellas, no pudo finalmente subsistir.

En Madrid, a 13 febrero 2007

Concafé


No fue la Zarzaparrilla 1001 el único intento de resistencia nacional frente al ogro corporativo de la Coca-Cola. Aquí tienen, tres años antes (en 1955), el Concafé. Entre laureles grecolatinos y con retórica balompédico-triunfalista.

En Madrid, a 12 febrero 2007

Gesto quijotesco contra los gigantes corporativos del refresco


Pues nada, el anuncio anterior se ha cumplido y ya está en todas partes la Zarzaparrilla 1001, la bebida cien por cien española a base de cola. En esta nueva publicidad, el celebérrimo hidalgo cervantino cabalga sobre la botella familiar de un litro mientras que su escudero le acompaña a lomos del formato botellín (en ambos envases se insiste en su legítima condición de “Bebida Nacional”), desenmascarando a los monstruosos gigantes corporativos que se esconden detrás de las industrias multinacionales productoras de refrescos de cola, y poniéndolos en fuga como a alimañas exóticas.

El anuncio, que coincide con los estertores de la política económica de autarquía de la posguerra, nos provoca esta vez una doble lectura, pues bajo su evidente patrioterismo parece que subyace la probada certeza de que ese modelo económico tiene algo de desvariado quijotismo. Un quijotismo muy mal entendido, por cierto, que tampoco es cuestión de juzgar al manco por sus lectores coyunturales.

En Madrid, a 09 febrero 2007

Zarzaparrilla 1001


1958. Va, venga, démosle una última oportunidad a la autarquía, antes de que los tecnócratas tomen el control del gobierno. ¿Por ahí por el mundo qué es lo que mola?... La Coca-cola, ¿no? Pues se hace Coca-cola, hombre, se hace Coca-cola. Exprimimos las moras de los ribazos de los caminos si hace falta; por negra que no quede. Y ya hacemos luego experimentos con gaseosa. Pero antes de todo, eso sí, lanzamos una campaña publicitaria agresiva, en plan alertar a la población de que ya está aquí, haciendo “cola” para entrar en Madrid (como los Nacionales en su día), la Zarzaparrilla 1001. Y que pronto estará entre nosotros, y que la Zarzaparrilla 1001 es la única bebida española a base de cola. ¡Ya verán! ¡Estará en todas partes! En los bares, por lo menos, se impondrá. Es de lógica: más bebida a menor precio. Total, otro mercado ganado por la cuenta de la vieja. Y con autoridad. Más que autoridad, con poderío. Ea.

¿A que ya se oyen los cláxones de todos esos camiones repartidores a la vez? Y todos bajo la advocación de ese oportunísimo 1001, que lo mismo nos remite a un Fernando I de Castilla que a un Stanley Kubrick. Nos vamos a poner morados. Y muy pegajosos.

En Madrid, a 05 febrero 2007

Certamen de memoria histórica


El 27 de mayo de 1943, a las ocho de la noche, se celebraba en el salón de exposiciones del Círculo de Bellas Artes la inauguración del certamen organizado por la Delegación Provincial de Madrid de la Vicesecretaría de Educación Popular, titulado: “¡Así eran los rojos!”. Se pasó lista, y allí no faltó ninguna de las fuerzas vivas. Presentes estuvieron el gobernador militar general Sainz de Buruaga; el alcalde, señor Alcocer; el secretario provincial del Movimiento; el delegado provincial de Educación Popular... y un largo etcétera de personalidades, así como los cuadros falangistas de distrito. A la mañana siguiente aparecían así de pintones posando para la foto del Informaciones.

La exposición en cuestión consistía en 177 obras de los más destacados dibujantes y aguafortistas del momento, inspirándose en el leitmotiv común de los diversos aspectos de la retaguardia roja (no sabemos si soñados o vividos). Y sí, digna de verse no dudamos que fuese.

Fin de la discusión.




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