Informe de actuaciones:

En Madrid, a 31 julio 2006

Chin Chin Cinzano


He aquí una versión más moderna (dieciocho meses más moderna, para ser exactos) del mismo concepto publicitario que veíamos en el mensaje anterior. Lo dicho, cada cosa en su sitio, y la mesa del bar, pese a estar reservada para bitter Cinzano, parece ser el sitio ideal para poner a este señor tan parecido a un joven Juan de Pablos a desgañitarse soplando el trombón de varas, que ahí no molesta. Qué calcetines más alegres, por cierto.

Y no se crean, que nosotros no somos mucho de Cinzano, somos más de Bitter Kas.

Ya, diciembre de 1961.

En Madrid, a 30 julio 2006

El genio en vaso de caña


Nos pierden la ganas de dignificar, ventilador mediante, nuestro humilde verano capitalino hablándoles de las diversas apreciaciones sobre la naturaleza humana que vamos recabando entre terrazas estivales, raciones de croquetas (delicious spanish snacks, como pone en los bares de guiris) y visitas al parque de atracciones de la Casa de Campo, pero trataremos de ceñirnos a nuestro tema de hoy y no caer en la condición de “opinadores vocacionales de todo” que tanto nos repatea. Aunque, por otra parte, también es cierto que está en nuestra particular idiosincrasia el confundir constantemente actualidad con historia y no saber nunca dónde se halla exactamente la frontera entre lo público y lo privado. Por eso, y con estos calores, nos parece de lo más oportuno traer esta vez a nuestro territorio simbólico un elemento tan discreto en sí mismo, tan perfecto en su diseño y funcionalidad, y tan presente a la vez en nuestra cotidianeidad como es el que hoy nos ocupa: el vaso de caña.

El madrileño vaso de caña, una unidad de medida justa y cercana, que lo mismo sirve para contener un par de tragos largos de cerveza fría que un reconfortante café con leche en vaso alto, un mosto para el chiquillo o un dinámico bitter. O, en el caso concreto que nos ocupa, un señor. Un señor pequeñito, con voz de chiquiprecio, tal vez. Un señor simpático, dispuesto, dicharachero, aseado. Cada cosa en su sitio... y a este señor te lo sirven en un vaso de bíter Cinzano. Chispeante como un vermú. Deliciosamente amargo. Lo que se dice un vivo. Dispuesto a saltar el vidrio rayado por el friegaplatos y jugar con las pertinentes aceitunas que para él son como melones gigantes rellenos de anchoa gigante, y además ofrecerte una ocurrente conversación sobre cine mientras tanto. Y dispuesto también a concederte tres deseos, si se da el caso. Como un pequeño geniecillo en vaso de caña.

Y nosotros, embelesados por los donosos desarrollos del señor pequeñito sobre la barra de níquel, y un poco aturdidos ya por el consumo inmoderado de cañas matutinas, apenas acertamos a tararear aquella canción de Astrud, la de Hay un hombre en España que lo hace todo. Y por fin le ponemos cara. En todas y cada una de las condiciones que enumera la canción, y en todas nos encaja bien.

Ya, 15 de junio del 60.

En Madrid, a 26 julio 2006

Toda una vida


Hoy, en Regiones Devastadas, les ofrecemos otra edificante epopeya humana de esas que tanto nos gustan por aquí. Se trata esta vez de la peripecia vital del Niño de Cádiz, veterano carterista de setenta y dos años afincado en la región de Murcia y con una trayectoria profesional como amigo de lo ajeno de más de medio siglo. Al verse finalmente detenido, el anciano y agotado caco manifestó su agradecimiento, ya que hacía frío y en la cárcel lo pasaría caliente. Y que a ver si fuese posible que le tramitaran el retiro de delincuente con destino a algún penal donde esperar el fin de sus días con la seguridad de un plato de comida diario. Qué menos, después de todo.

Arriba, 8 de febrero de 1956.

En Madrid, a 24 julio 2006

Sueps


Schweppes no fue una marca comercial fácil de introducir en el mercado español, pese a su fama mundial. La culpa de esta reticencia la tuvo principalmente su abracadabrante nombre, que hasta provoca confusión en este publicista sobre su correcta grafía, oscilante entre Schweppes y Scheweppes (Cheuepes). Por eso, y en previsión de imaginativas resoluciones fonéticas de diverso acento y calado local, fue necesario indicar a las gentes de bien, bajo el nombre y entre paréntesis, una fórmula unificada de pronunciación nacional: Sueps.

Para salvar este handicap, se incidía en la “garantía de calidad” (términos que suponemos casi inéditos y de significado todavía algo impreciso, aunque quizá por ello más fascinante, a los oídos del españolito de a pie de 1960) de este “zumo natural de naranja”, para cuya elaboración se precisaba de “instalaciones especiales y personal técnico adecuado”. Todo perfectamente controlado para satisfacer en todo momento el exigente paladar del moderno consumidor globalizado, concepto en el que pacientemente se iba educando al español medio.

Luego vino el pop.

Ya, 1960.

En Madrid, a 23 julio 2006

Las casaditas jóvenes


A Elvi, la protagonista de nuestro mensaje anterior, este anuncio la sume en una vaga melancolía. Algo así como una imprecisa sensación de que las demás saben algo que ella desconoce, de que dominan trucos ocultos para ella. Las casaditas jóvenes sí que saben cuidarse bien, tienen sus secretos, la experiencia del triunfo. Han pillado, y han pillado a tiempo, el tiempo que ahora corre tan rápido en contra de Elvi, que teme cada vez más quedarse para vestir santos. Las casaditas jóvenes, ay, ella ya no es ni una cosa ni la otra. Y ahora, para colmo, un macarra la ha dejado sin ahorros.

Si en el mensaje anterior sonaba el Things Have Changed Since I Was A Girl de los TV Personalities, esta vez la canción de fondo es The Busy Girl Buys Beauty de Billy Bragg.

Ya, enero de 1959.

En Madrid, a 22 julio 2006

Elvi


Elvi seguía haciéndose llamar entre sus amigas por su diminutivo. Y eso a pesar de que ya contaba treinta y cuatro años largos. Aquel día, en la calle del Camp, tardó unos segundos preciosos en identificar la razón del fuerte tirón que sintió en el brazo. Aquellas palabras hacían latir con brío inesperado las sienes que sostenían su peinado globo. Durante un momento no supo a qué atenerse. Diríase que no pudo gestionar bien sus prioridades. Fue tan halagador. Iba tan bien vestido. Era tan joven. Casi un niño. Si por lo menos también le hubiese dado un beso. Y eran casi mil quinientas pesetas.

Más tarde, en la comisaría, cursando la denuncia entre sollozos, qué disgusto, se repetía una y otra vez: “Las cosas han cambiado mucho desde que yo era joven”. Y así se enfrentó por vez primera, desde una forma discreta pero no por ello menos heroica, a la evidencia.

Arriba, 18 de octubre de 1957.

En Madrid, a 21 julio 2006

Abuso


Hola de nuevo. Ya estamos de vuelta. Se nos rompió el computador de tanto usarlo, pero ya lo hemos arreglado y, haciendo gala de una sorprendente agilidad y de una ridícula agitación, nos indignamos esta vez, por ejemplo, por las desproporciones que presentaba el parque automovilístico nacional en 1960. En concreto, por este abusivo adelantamiento, en la carretera de Granollers, en la que un moderno turismo de gran potencia plancha literalmente a un simpático biscúter porque, suponemos, su presencia en la vía no le parece razón suficiente al piloto para dar un volantazo. El conductor del motorcillo con capota de lata de apertura frontal se salva por los pelos dando un brinco. Entre grandes alaridos e inútiles improperios, imaginamos también.

El biscúter aplastado da la impresión de haber sido cogido de lleno por algún camión de gran tonelaje. Que es, a grandes rasgos, tal como nos sentimos ahora mismo. Y lo que venimos a contar aquí, con la excusa de los recortes. Ya saben, lo del ten-ton truck crashes into us. Reformulado una y otra vez hasta el asco.

Ya, 8 de marzo de 1960.

En Madrid, a 14 julio 2006

La prensa alemana alude constantemente a España


Una revista da, entre otros, este buen consejo.

Diario Arriba, 2 de mayo de 1956.

En Madrid, a 13 julio 2006

Dante no es únicamente severo


Dante concibió su infierno a través de mil torturas, y el imaginativo publicista catalán lo ilustró, entre otras asombrosas soluciones gráficas, lleno de bichitos informes con ojos y pestañas de Bambi, que no es precisamente el tipo de mirada que uno esperaría encontrar en los demonios del averno, la verdad.

En Madrid, a 11 julio 2006

Canícula


Tal día como hoy, un 11 de julio, pero de 1959, también era verano. Y también había ola de calor. La vida es así, tercamente cíclica. Pero aquel día, en un inmueble de la calle de Serrano, la cosa se puso realmente fea. Los termómetros saltaron por los aires y los vecinos, con 45 grados en el interior de sus viviendas, optaron por tumbarse en el suelo o meterse directamente en la nevera. Así las cosas, la solana de la calle se convirtió en un alivio. Mas lo peor fue que al caer la tarde, ya de vuelta a sus casas, la temperatura seguía siendo la misma. Lean, lean ustedes la verdad de este insólito fenómeno de la climatología y la historia del portero previsor. Una historia que imaginamos rubricada por un patatús vecinal al más puro estilo Bruguera.

En Madrid, a 10 julio 2006

Boots of Spanish Leather


El Santo Padre no es el único que nos visita estos días de calor insoportable, también nos honra Bob Dylan, que es más importante. Por eso, no está de más que, desde la parte que nos toca en Regiones Devastadas, aprovechemos para revisar cómo estaba lo de Dylan por aquí en 1967, por ejemplo, que no es mal año para sondear el asunto. Para ello, nada mejor que acudir a la notable sección musical del diario Madrid, que el 13 de abril de aquel año inauguraba un espacio destinado a atender la abrumadora cantidad de correspondencia juvenil con que había sido recibida su aparición. Reproducimos aquí las dos primeras cartas de los lectores seleccionadas para estrenar este apartado. Las dos tienen su enjundia, la verdad.

La primera es de un primigenio y aplicado melómano de corte folkie alternativo (un espécimen que no nos resulta nada ajeno hoy día, por cierto) que se afana (y ufana) en desentrañar la verdad de nuestras casas grabadoras. Alarmado ante la decisión de la casa discográfica de no publicar más discos de Bob Dylan en España, debido a la escasa aceptación recogida por el bardo entre nuestros jóvenes, nuestro informado amigo (que aparte de fan de Zimmy, lo es también de Judy Collins, Tim Buckley o Simon & Garfunkel) se esfuerza en explicar el entonces inédito concepto de sello indie y el espíritu que ha de animarle más allá de las ventas obtenidas, en espera de que esa actitud se haga realidad algún día en nuestro país.

En la segunda misiva, Maribel, una adolescente de dieciséis años residente en la calle Bonetillo y admiradora de Rita Pavone, Adamo, Tom Jones, los Sirex o Dusty Springfelos (sic), reprocha a los medios de promoción y difusión musical la escasa atención prestada a un compositor de la indudable talla de Manolo Díaz, incidiendo ya de forma bastante certera en la turbia y tramposa gestión que desde siempre ha caracterizado a la SGAE. Los dos remitentes se llevan un vale que les dará derecho a cinco discos cada uno –a elegir por los propios interesados– de la firma Belter. Un premio merecido, qué duda cabe, porque las dos son cartas sabias. Aunque a nosotros nos gusta un poco más la segunda, que va más al grano.

En Madrid, a 09 julio 2006

Encuentro Mundial de las Familias


Aquí seguimos, fieles a nuestros deseos de superación. Y, fieles a nuestros deseos de superación, ofrecemos en suerte a nuestros lectores una moto. Nada menos que una sensacional Vespa Familiar equipada con Sidecar. Por cada cien pesetas de compra. Para ir al Encuentro Mundial de las Familias, o para irse al mismo Infierno, si gustan, que lo mismo nos da. Con todos de paquete. No se los deje aquí. Aquí no queda nada. Sólo regiones devastadas.

La Vanguardia, 11 de octubre de 1953.

En Madrid, a 06 julio 2006

Una legión de locos y alucinados


Todavía no se nos ha pasado del todo el colocón que nos pillamos con aquel primer porro de hace dos mensajes que nos encontramos, como quien dice, entre las páginas plegadas de La Vanguardia del 17 de junio de 1953, y resulta que no sé trataba más que de un pequeño faldón publicitario previo a este otro anuncio, aparecido en el mismo diario cuatro días después, de la película Marihuana (1950) del cineasta argentino, y español de adopción, León Klimovsky. Un prolífico director de oficio y ex dentista, por cierto, que comenzó su carrera cinematográfica a orillas del Plata con una adaptación a la pantalla grande de El jugador de Dostoievsky (1948) y un par de cintas a mayor gloria póstuma de Carlos Gardel (Se llamaba Carlos Gardel y La guitarra de Gardel, ambas de 1949), para cruzar poco después el charco y caer en los brazos de la Madre Patria, donde desarrolló con plenitud su profesión hasta el fin de sus días, aunque la verdad es que sin mucho aprecio crítico. Lo recordarán, los que lo recuerden, como director de una singular saga de películas de terror protagonizadas por Paul Naschy, o tal vez por su célebre serie La barraca (1979) para Televisión Española.

Klimovsky llegó a España, apadrinado por Florián Rey, trayéndose bajo el brazo un paquete de películas de corte psicológico, o lo que el gusto de la época entendía por tal, como Suburbio (1951), El túnel (1952) –sí, claro, el de Sábato– o la cinta que hoy nos ocupa, Marihuana (1950). Y aunque se incorporó rápidamente a la industria cinematográfica nacional, o precisamente por eso, estos filmes tuvieron su oportuno recorrido en las pantallas españolas.

Y ustedes nos dirán: Ya, pero ¿qué es Marihuana? Pues qué va a ser, una legión de locos y alucinados. Y una tragedia para el hombre que penetra en su mundo. Aunque sea con la intención de descubrir la mano homicida que mató a la mujer que más amaba. En otras palabras, que no la hemos visto. Ya quisiéramos, pero lo único que les podemos ofrecer de momento es este increíble trabajo gráfico sobre el tema de autoría indescifrable que, por otra parte, no es moco de pavo.

Ah, y para completar el programa, corazones en llamas. Es lo que tiene la droga, ya estaban avisados.

En Madrid, a 05 julio 2006

Cofradía de vacilones


11 de abril de 1957. Otra vez la droga. Y decimos “otra vez” no sólo por nuestra reiteración en el tema sino porque la cosa no es que parezca ser de mucha novedad ni que levantase grandes alharacas en los periódicos del momento. Lo justo para aparecer en la sección "Esta mañana en la Audiencia" del Informaciones. Una columna fija, por otra parte, en la que un repórter, que bien pudiera haberse llamado Tribulete, se acercaba dando un paseo desde las oficinas del periódico, en la calle San Roque, a los juzgados, y tomaba presta nota, libreta en mano, del devenir matutino para poder luego rellenar de la requerida morbosidad cotidiana la caja de texto asignada. Esta vez la cosa va de grifa, y de kiff, dos términos manifiestamente familiares, por lo que se ve, sobre todo entre los estratos más populares. Y es que, si uno atiende a la prensa de la época, da la impresión de que aquí se han fumado porros con subterránea normalidad desde la guerra de África, por lo menos. Y así, periódicamente, se descubre un tráfico del placentero al tiempo que peligroso hierbajo, con su consecuente cofradía de vacilones, parados en ciertos temperamentales e imaginativos; y a su tiempo van saltando a la escena judicial estas peripecias encuadradas en delitos contra la salud pública. Son todos jóvenes, y venden la droga a los vacilones, liada ya en cigarrillos de grifa.

Establece el ministerio fiscal que la grifa está considerada peligrosa, pero más que nada por las consecuencias de exaltación psíquica que puede acarrear al fumador, arrastrándolo a desorbitaciones propicias a la delincuencia, si bien, toxicológicamente considerada, su uso no puede reputarse grave, no produciendo tampoco habitualidad. El letrado defensor de nuestros dealers, que no oculta su respetable nombre, justifica la imprudencia de estas gentes necesitadas en la ignorancia de la naturaleza de la droga y sus ulteriores consecuencias, y en que falta en el caso la voluntariedad maliciosa que es necesaria, con arreglo al artículo 1º del Código Penal, para que (atención, porque la expresión es bien bonita) el delito se dibuje con precisión.

Dicho en síntesis.

Fin de la discusión.




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